El juguete rabioso de Arlt

El Juguete Rabioso. Primera novela de Roberto Arlt. Publicada en 1926. Cuenta las tribulaciones de Silvio Astier, un muchacho que busca sobrevivir en una Buenos Aires de inmigrantes, miseria y delincuencia. Los que siguen son mis apuntes sobre la lectura. No una crítica, no un análisis.

Quiero a Arlt. Con los escritores que me gustan desarrollo un vínculo afectivo de una sola dirección. Algo parecido a las fans del chico pop (no sé quién está de moda hoy, pero alguno de los que llevan gorra) que gritan durante todo el concierto y no escuchan las canciones. En algunos casos es mejor que griten. Yo no grito, pero a veces lloro y acaricio sus libros con una delicadeza que suscita malos pensamientos. Bueno, a Arlt lo quiero. Sumado a esto, Fito Páez nombra a «Los Siete Locos», segunda novela de Arlt, en «El Cadáver Exquisito», una de sus canciones más hermosas. Por relación transitiva: yo amo a Fito, Fito ama a Arlt, etcétera.

La edición que he leído es la de Bruguera Alfaguara prologada por Onetti, un escritor maravilloso. Esa introducción vale el precio del libro. Extraigo una idea de ella: muchos dijeron que Arlt no sabía escribir o que escribía mal. La paradoja es que probablemente tengan razón, sin embargo, Arlt es un gran novelista. Eso es lo que dice Onetti. Yo, que soy un débil mental ante personajes de su talla, asiento y repito.

Muchos dijeron que Arlt escribía mal. La paradoja: tienen razón y, a la vez, Arlt es un gran novelista

Empecemos. Hay escenas en las que uno espera más desarrollo, como cuando Silvio Astier comparte habitación con un chico gay y primero no lo comprende, luego lo desea y, finalmente, lo rechaza. Sin embargo, es uno de los buenos pasajes de la novela y Arlt toca el hueso: «Una idea fría ─si ella supiera lo que hago en este momento─ me cruzó la vida». Piensa en su amor platónico (Eleonora) mientras desea al chico. Silvio nos cuenta también que su compañero es sucio. Lleva ropas elegantes, pero sucias, igual que su cuerpo. Este detalle es un acierto de Art. Lo hace a uno fruncir la nariz, pero acercarse para oler.

Si es verdad esto de que a cada imagen le corresponde una palabra y la función del escritor es dar con ella, Arlt, la mayoría de las veces, no la encuentra. Así y todo, las imágenes se imponen. El protagonista frente a su madre: «Ahora, mirándola, observando su cuerpo tan mezquino, se me llenó el corazón de pena. Creía verla fuera del tiempo y del espacio, en un paisaje sequizo, la llanura parda y el cielo metálico de tan azul. Yo era tan pequeño que ni caminar podía, y ella flagelada por las sombras, angustiadísima, caminaba a la orilla de los caminos, llevándome en sus brazos, calentándome las rodillas con el pecho, estrechando todo mi cuerpecito contra su cuerpo mezquino…». La imagen emerge poderosa, la forma flaquea.

Creo que Arlt es muchas veces citado y elegido en rankings de ‘tus cinco escritores preferidos’ o ‘tus diez libros de la isla desierta’ porque es fácil de leer y cool para citar

Nos cuesta leerlo de corrido y repite palabras. Muchas veces me pareció oír la voz de Arlt diciéndome: «dale, no seas fifí, leé como un hombre y dejá de pensar pavadas». ¿Cómo lee un hombre? No, no se trata de eso, sino de la posibilidad de mejorar la forma. Incluso se podrían comparar ciertos pasajes con una traducción regular, solo que Arlt escribe en español, no hay intermediarios.

Bien. Si este blog fuera leído por alguien más que yo (yo lo hago para corregir lo que escribo), imagino que me dirían: «¿Quién te creés que sos para hablar así sobre Arlt?». Tendrían razón y me importaría. Una vez tuve un programa de radio. Me llamaba solo mi abuela, que cambiaba su nombre para que no la reconociera. Un día hice un chiste de mal gusto, me llamó un evangelista y me insultó en evangelista (¿Cómo insulta un evangelista?). Me quedé mal todo el fin de semana. Insisto, me importaría. Y con lo que diré ahora, la mitad de los lectores argentinos me considerarían persona no grata: creo que Arlt es muchas veces elegido en rankings de ‘tus cinco escritores preferidos’ o ‘tus diez libros de la isla desierta’ solo porque es fácil de leer. Y, además, ¡qué títulos para sus libros!

  • El Juguete Rabioso
  • Los Siete Locos
  • Los Lanzallamas
  • El Jorobatido
  • El Criador de Gorilas

Una banda punk podría poner estos nombres a sus temas y seguiría siendo vanguardia, rebelde y cool. Por eso también se lo cita.

Pero: ¿Qué sería lo importante? ¿Lo que se escribe o cómo se escribe? ¿Se puede pensar en una idea despreocupada por su manifestación, por su forma? La cabeza de Borges se materializa delante del ombligo de Arlt. Borges reflexiona, Arlt bebe un litro de vino; Borges calcula y resuelve, Arlt mastica y caga. Arlt comentó una vez que Borges tenía buenas herramientas, pero carecía de historias para contar (lo leí en la web). Borges no dijo nada malo de Arlt, al contrario. Unidos en un solo escritor serían la maravilla. Siempre tuve la sospecha de que Borges inventaba todo lo que inventaba porque le faltaba calle (sospecha de ignorante). Navokov dijo algo similar con todo su criterio. Lo acusó de no poder conectar su obra con la vida. Borges era un maldito genio y está en mi podio. Pero este post trata de un libro de Arlt. A Arlt le sobraba calle. Y cuando un tipo así escribe, hay que estar preparado. Borges merecía el Nobel. La academia se quedó ciega antes que él. ¡Arlt!

El Juguete Rabioso habla de la miseria desde la miseria. Del infortunio. De la devastación de la sociedad acechando a los hombres pobres. No lo hace desde un lugar lastimoso, no lo hace desde la conciencia de clase, la obra literaria mantiene su estatus soberano. Onetti cuenta una anécdota en el prólogo. Arlt había asistido a reuniones de organizaciones obreras y su corrector, responsable de publicar sus Aguafuertes en diario El Mundo, le pidió que dejara de hacerlo para que no peligrara el trabajo (el periódico era del otro bando). Arlt le dijo que no se preocupase, que él lo arreglaría fácil. En su siguiente aguafuerte comentó que asistió a esos mitines para tener material para sus relatos urbanos. Varios lo atacarían, dice Onetti, pues su acción se parece al popular «estos son mis principios, si no le gustan tengo otros». Sin embargo, para Arlt la primera fidelidad del artista era con su obra. Como Onetti, comparto esa idea. Silvio Astier es simplemente un chico que se busca la vida, que siente la vida con las tripas y persigue sus sueños, Silvio yerra, delinque, ama, trabaja, sufre, traiciona y es él el que nos habla, el protagonista de una historia.

Silvio no persigue sueños románticos ni halla un hada madrina que lo salva del infierno. Y, de encontrarla, la rechazaría. ¿Por qué? Porque a las hadas madrinas le dan asco los pobres y los pobres no confían en mujeres blancas, limpias y que flotan en el aire. Entonces podemos leer tranquilos, porque pese a los cuchillos clavados en el pecho y abriendo pescados y pollos, no recibimos ningún tajo bajo.

No demos más vueltas: el estilo no es refinado. Pero Arlt no es vulgar, es poderoso, y si con ese brío se lleva muchas cosas por delante, ¡qué más da!, atendamos al poder.

«…ambos empeñados en robarse, en perjudicar al prójimo, aunque fuere en un solo centavo. Su mala fe era estupenda. Jamás pagaba lo estipulado, sino lo que ofreciera antes de cerrar trato…». El librero en el mercado, en una de las escenas memorables. De camino al mercado, Silvio se avergüenza tremendamente por llevar una canasta en la mano. ¡Qué detalle!

«…mamá quizá no me diga nada. Con gesto de tribulación abrirá el baúl amarillo, sacará el colchón, pondrá sábanas limpias en la cama y no dirá nada… Me han echado del ejército, así porque sí, ¿comprenden ustedes?». La impotencia que transmite, la tristeza, al contar cómo lo echan porque el comandante prefirió colar a un familiar y necesitaba su lugar. A nadie le importa. El desamparo del miserable ante un mundo indiferente, el dolor de la mirada de la madre.

Podría seguir. Podría hablar de las Aguafuertes, que son las obras mas populares de Roberto Arlt y, para muchos, el tipo de textos que más le conviene, pero no creo con ello aportar nada nuevo. Lo que no puedo hacer es obviar el final. O sí, puedo, porque es de los que uno no se espera. Nuestro héroe nos da por culo cuando lo abrazamos para consolarlo. ¿Creíamos tibio a Silvio por no consumar el acto con el chico gay de la habitación? ¡Ja! Solo estaba preparándonos para darnos la vuelta, dejándonos calentitos. ¿Pensabas que te escaparías? Sí, sí, y el sucio eres tú, por eso acercas el hocico al mondongo de este mercado. El sucio soy yo, el blando, el débil que no soporta su acción inmoral o amoral. Solo diré que el último capítulo se llama Judas Iscariote.

Si algo le faltaba a esta novela era ese fabuloso final. Fabuloso en el sentido de lograr develar un rincón oscuro del corazón. Ese es uno de los fines de la novela, el de sondear lo más profundo del alma humana y dejarnos entrever un conocimiento ajeno a la psicología, la sociología y a cualquier otra área del saber. Un conocimiento que solo se alcanza a través de la intuición y composición artística. Pues Silvio no solo nos cuenta lo que hace, sino por qué lo hace, otra cosa es que nos quede claro o que compartamos su visión. «Yo no soy un perverso, soy un curioso de esta fuerza enorme que está en mí», dice. ¿Lo llegamos a comprender? No importa, ahí están sus palabras para que releas. Y en la cima de su delirio, que alcanza una alegría absurda, el ingeniero al que acaba de salvar de un robo lo interrumpe: «Todo eso está muy bien, pero hay que trabajar. ¿En qué puedo serle útil?». El romanticismo se pega el golpazo de su vida contra la máquina desalmada, la misma que cuando funciona hunde a Silvio en el peor desconsuelo.

Datos

  • Silvio Astier es lector de Rocambole (personaje literario, entre un aventurero y ladrón gentilhombre, creado por el prolífico escritor francés del siglo XIX Pierre Alexis Ponson du Terrail, dice Wikipedia). Rocambole es también el nombre artístico del profesor de Bellas Artes y artista plástico argentino, Ricardo Cohen, uno de los fundadores de La Cofradía de la Flor Solar, proyecto del que surgieron los Redonditos de Ricota. Rocambole se ocupó del arte en todos sus discos y sería el perfecto ilustrador para la obra de Arlt. Como Silvio, también fue lector de los folletines franceses. La imagen de este post es suya.
  • Son llamativos los parecidos entre Silvio Astier y Arturo Bandini, alter ego de John Fante, inspirador de Bukowski para su Chinaski. Todos ellos personajes urbanos condenados a una vida miserable. Cuando aparece «Pregúntale al Polvo», tercera novela de Fante pero la primera en la que aparece Bandini en toda esencia, Arlt ya había publicado su última obra (la primera de Fante se publica recién en el año 1985).
  • Silvio es inventor. El que más me gustó: un contador automático de estrellas, que luego precisa como un señalador automático de estrellas fugaces.
  • Las «Aguafuertes Porteñas» se publicaban con el diario El Mundo. Fueron un fenómeno de ventas e impulsaron al periódico. Un año antes de la guerra civil española, Arlt vive en Andalucía y escribe las Aguafuertes Españolas.