Mañana en el Abasto
(Homenaje a Luca Prodan)
Mañana de sol. Bajo por el ascensor, aprieto un botón: planta baja o baño donde estaba vomitando esa muerte de ginebra. No, eso fue anoche, anoche mientras le ganaba al truco al Negro y fumábamos sus parisiennes oscuros. Ahora es mañana y es sol, ahora es el Abasto.
Suelta, soltá, no me toqués, portero. En mi edificio no hay portero, hablo con un tablero de timbres de metal y un laburante, overol azul y mucha oreja. Escupe. Es rubio. ¿Tenés uno? Me da, lo enciendo. Las calles partidas, los tomates podridos, un hombre sentado toma vino del pico, barato, y envidio la paz de su pierna doblada en las baldosas tibias, el descanso de su empeine. Lloro en sus suelas rotas, en su angustia por no volver a ver esa sonrisa que no pedía nada ni pegaba duro, jamás.
José Lúis besa a su novia, serán las cinco o las siete de la tarde, hundo el botón del ascensor del baño del bar. ¡Truco! Los tomates podridos por el sol. Hombre, botella y bares tristes y vacíos. Qué pondrán cuando borren el mercado, toda una calle secándose como un río. José Lúis y su novia me saludan y se besan a la sombra.
Chicos no van a la escuela, trepan arbóles, piden Resero. Chica pasa con temor, le digo a Chica que no tema, me pelé por mi trabajo. Río seco, bolsillos vacíos, Chica. Las lentes son para los que me dan asco. Mi trabajo. Chica ríe.
Bar del baño de la estación Carlos Gardel, bajo por el ascensor, toco el botón de Sergio que está solo y limpia mesas, me trae la ginebra que salva y mata, no se la he pedido, me dice que me hará mal, mucho, lo estuvo pensando, me daría su amor café con leche. Piensas mucho, Sergio, mucho. Me toca la espalda. Escucho el tren, ahí viene, estoy en el subsuelo. Me alejo. Risas que no quieren nada, risas lloran y me dan asco. Escucho el tren, me alejo del cielo, rompo suelas y me alejo más del suelo.
Mañana en el Abasto (Luca)
Mañana en el Abasto (Divididos) ¡Tremenda versión!