En defensa de los animales

El ganadero Howard Lyman yacía internado con un grave pronóstico. Lo esperaba una cirugía urgente y muy compleja. Allí, a segundos de batallar contra la muerte, lo asaltó una emoción intolerable: el remordimiento. No por su familia, tampoco por mandar a sus vacas al matadero. Howard se lamentaba por arruinar su granja: «Estaba destruyendo el suelo, los pájaros y los árboles con químicos. Estaba matando las cosas que más amaba en mi vida.» En ese momento crucial, el hombre se prometió que, si salía vivo del quirófano, dedicaría el resto de su vida a «hacer lo que creía lo correcto, sin importar los cambios necesarios para ello».

Matthieu Ricard es un biólogo formado en el Instituto Pasteur de París que se dedicaba a la investigación hasta que se convirtió, hace cuatro décadas, en monje budista. Es el hombre más feliz del mundo, uno de los asistentes directos de S.S. el Dalai Lama y el autor de numerosos libros que no tienen desperdicio. «En defensa de los animales« es uno de ellos y cierra una trilogía que se inició con el bestseller «En defensa de la felicidad», que se pregunta por qué sufrimos y cómo podemos mejorar nuestra vida, y siguió con «En defensa del altruismo», que explica cómo nos beneficiamos al integrarnos armoniosamente con el mundo. «En defensa de los animales» está estrechamente vinculado a ambos, aunque se puede leer de manera independiente y merece un lugar propio.

Fiel a su formación, Ricard no afirma nada en esta obra sin el respaldo de una fuente sólida. De ahí que, cuando refuta la pretensión humana de maltratar a seres inferiores, la insensatez de que los animales no sufren, la idea de que sin comer carne no gozamos de buena salud o que el torturar y asesinar forman parte de nuestras tradiciones, lo hace desde un lugar, cuanto menos, difícil de cuestionar. Sin embargo, esta no es la parte interesante de la historia1.

The Vegan Animal Sanctuary en Sadhana Forest – India. Los santuarios son sitios donde los animales rescatados pueden disfrutar de cuidados y de una vida en paz.

El proceso compasivo

La muerte para el budismo de Ricard es un concepto fundamental. No tanto en el sentido trágico que le damos desde la tradición judeocristiana, sino en el de utilizarla como motor de la propia práctica, al comprender que el tiempo del que disponemos es limitado. ¿Cuál es la principal preocupación que manifiestan los grandes maestros tibetanos ante la muerte? Llegar a ella sin ningún motivo para arrepentirse.

Eso fue lo que sacudió a Howard Lyman en el hospital y lo impulsó a transformarse para armonizar su forma de ganarse la vida con sus valores, o lo que él entendía correcto para sí mismo y para el medio ambiente. Así, dejó de utilizar pesticidas, vendió gran parte de su granja y comenzó a cultivar. Sin embargo, no veía todavía la necesidad de abandonar el negocio ganadero.

Se podría decir que Howard, aunque no forma parte del libro de Ricard, había dado el primero de los tres pasos elementales de la filosofía que enmarca la obra de Ricard.

  • Primero: arreglar todo aquello que hacemos y que no resulta beneficioso para nosotros y para los demás (a esto se lo llama renuncia).
  • Segundo: desarrollar estados mentales que nos permitan empatizar con los demás seres (amor y compasión1).
  • Tercero: trabajar activamente en el mundo para el beneficio de otros.

Una de las ideas fuerza detrás de este camino es que nuestro sufrimiento proviene de desear lo mejor para nosotros mismos, mientras que la auténtica felicidad se logra anhelando y laborando por el bienestar de los demás.

La compasión diferencia el libro de Ricard de muchos contenidos relacionados con el maltrato animal. Pues, si bien condena las prácticas inhumanas (industriales, caza, toreo, tráfico de animales), su visión es de empatía hacia las víctimas y los victimarios.

Cuando consumimos productos animales, no solo estamos matando a los animales. A la larga, estamos matando al planeta y a nosotros mismos.

Howard Lyman

En sus libros previos, el monje ya nos había enseñado a deshacernos de emociones destructivas como el odio y a desarrollar amor hacia todos los seres, sin excepción. En esta obra, Ricard se lanza a la acción para disminuir de forma directa el sufrimiento de miles de millones de seres: los animales, cruelmente torturados y asesinados, y el conjunto del planeta, por los efectos destructivos de la industria más contaminante del mundo.

El vínculo especial entre Samuel e Ismael en el Santuario Gaia – Girona, España.

Conectados

Diez años después de su revelación ante la muerte, Howard Lyman, aquejado por sobrepeso, decidió pasarse a una dieta vegetariana. Fue entonces que tomó consciencia del padecimiento de los animales de granja, se puso en su lugar, y acabó con lo que aún le quedaba de sus prácticas ganaderas, convirtiéndose poco después en un activista vegano con documental propio: «Cuando consumimos productos animales, no solo estamos matando a los animales. A la larga, estamos matando al planeta y a nosotros mismos«. 3

Pero, ¿por qué dice que nos matamos a nosotros mismos? ¿Tiene sentido la frase de Howard o simplemente se vino arriba en una entrevista, cayendo en las ‘exageraciones’ que tantas veces se le critican a los animalistas? El libro de Matthieu Ricard responde de manera convincente a esta pregunta. Para el budismo (esta es una licencia personal) no existe un sufrimiento individual más que como referencia relativa.

El sufrimiento real sería una especie de lodazal en el que todos estamos enterrados hasta el cuello. Si no lo percibimos y decimos «yo sufro» es porque vivimos en la ignorancia de esta conexión, una distorsión que separa a mi «yo» de «los demás» y se concentra en el barro que está pegado a mi cuerpo; como si, siempre sumergidos esa piscina oscura, pudiéramos enjuagarnos el fango y calzarnos un impoluto vestido de noche. El sufrimiento es, en definitiva, una experiencia de conjunto: salimos todos o no sale nadie. Por eso los maestros como Ricard son pacientes, pues conocen que la tarea es titánica y llevará eones.

En otras palabras, no existe la felicidad individual, porque en cuanto descubro qué cosas son las que me hacen sufrir, comprendo de inmediato el sufrimiento de los demás y me vuelco en su ayuda. Quien sigue persiguiendo una satisfacción independiente aun no ha descubierto nada y no se da cuenta de que está está generando las condiciones para su propia desgracia. Este es el punto en el que se encuentran los victimarios, los torturadores, y por eso Ricard también se compadece de ellos (deberíamos introducir la idea de Karma, pero la metáfora de la piscina ya no serviría y debería escribuir unas treinta páginas más sin estar capacitado para ello).

Y algo muy importante que da sentido al libro de Matthieu Ricard: cuando se habla de «los demás» o de «todos los seres» o de «los compañeros en la piscina», pensamos siempre en animales humanos y no humanos. Nadie queda afuera4.

Desde ese punto de vista, una sociedad que practica la tortura y el asesinato por afición tradicional-deportiva o por placer sensorio-gustativo está condenada a vivir en un constante sufrimiento. Somos una máquina de fabricar lodo y el problema urgente es que ya nos está llegando hasta las narices. En Cataluña viven hoy tres veces más cerdos que personas5. ¿Dónde están? ¿Alguien ha visto un cerdo paseando por Barcelona? Están ocultos, en edificios carcelarios, fábricas de carne que conviene no exhibir ni abrir al público. En dicha región, cada año se sacrifican 20 millones de cerdos, que nacen, viven y mueren en un infierno.

Sin embargo, poco se gana con las discusiones, los insultos y ataques. Más bien, entiendo que todo altercado contribuye a consolidar la posición de quien se siente desafiado. El poder fáctico y real de la industria también está compuesto por seres humanos, con la misma capacidad de empatía que los más grandes activistas. No existe una diferencia cualitativa entre nosotros. Esto también se aprende leyendo a Ricard.

El verdadero cambio de paradigma ocurrirá cuando una cantidad suficiente de seres humanos comprendamos que formamos parte de una aberración y exijamos una opción que incluya a quienes hoy están padeciendo los peores castigos6. En este ámbito, el primer paso es obvio: reducir o eliminar el consumo de derivados de animales y/o carne, especialmente la que proviene de granjas industriales7.

El sufrimiento no tiene un propietario,
por eso en él no hay diferencias.
He de eliminarlo porque es sufrimiento.
¿Para qué trazar límites?

Shantideva (687-763 d. C.). Monje budista y referencia de Matthieu Ricard.
La historia de Pancho, el cerdito indultado en el Santuario Vegan – Madrid, España.

La compasión en acción

La historia de Howard Lyman, sin aparecer en él, ilustra perfectamente el objetivo de este libro. En el granjero, a partir de su remordimiento ante la muerte, la compasión despierta, va despejando los velos que le impiden ver su conexión con el entorno y lo convierte en un auténtico protector de quienes no pueden darse su propia ley y se encuentran a nuestra merced (como los niños, personas con capacidades diferentes, animales o algunos ancianos, por ejemplo).8

Deberíamos, como Howard, esforzarnos por ponernos en el lugar del otro para comprender lo que sufre. Nos resulta bastante difícil imaginarnos como el pez que, con el cuerpo deshecho por un anzuelo, se retuerce durante horas asfixiándose entre sus pares, pero quizás sí logremos conectar con:

  • la mirada de amor de nuestra perra
  • y recordemos lo mal que lo pasamos aquella vez que la llevamos al veterinario y le pincharon la pata para sacarle sangre;
  • entonces, al pasear por el campo, podremos mirar a los ojos de un ternero y notar lo mucho que se parecen a los de nuestra perra,
  • e imaginar los padecimientos a los que se enfrentará en el matadero,
  • y, ampliando esa sensación, ponernos en el lugar de los cerdos y pollos que jamás nos cruzaremos por la calle ni el campo.

A muchos les resultará una idea ridícula y los entiendo. Yo, en muchas épocas de mi vida, me habría burlado de las palabras que escribo. Pero vuelve a tu perra, a lo que sufriste por ella y piensa que el cerdo tiene su misma capacidad para dar amor y padecer dolor. Si lo repites, estarás poniendo en práctica una de las herramienas más poderosas del budismo para desarrollar compasión y este sentimiento de identificación con el dolor del otro se convertirá en una realidad.

Y lo más valioso, como expone Matthieu Ricard, que al experimentar esta compasión9 ampliada cada vez a más cantidad de seres, notarás una paz interior que sustenta una felicidad auténtica y duradera, infinitamente superior a cualquier gusto o placer sensorial que hayas tenido que abandonar para obtenerlas.

Si te falta motivación, prueba a inspirarte con estos granjeros que, como Howard, dejaron de maltratar animales.

Las fotos de portada es propiedad de Farm Sanctuary

En defensa de los animales Creative Commons Reconocimiento-Compartirigual 3.0Oscar Bianchi

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El libro en la página web de Matthieu Ricard

Notas:

1. Para los interesados en estas cuestiones, existen en internet cantidades de argumentos para rebatir los mitos instaurados por la industria alimentaria, como también multitud de videos que exponen la brutalidad con la que los humanos torturamos y matamos animales.
2. Aquí uso las las palabras «amor» y «compasión» , pero en realidad esto podría entenderse mejor con los términos budhistas de Bodhichita de aspiración y de acción. También puede encuadrar estos elementos dentro de las «Tres etapas del camino».
3. En este link se puede ver el documental de Howard Lyman y varios otros que, sin una visión religiosa, enseñan el desarrollo práctico del concepto de compasión, que distingue al budismo.
4. Esto no es exclusivo del budismo. Citaré a un trío fabuloso (y vinculado) de vertientes cristianas e hinduísta que militaron por la misma causa que Ricard: León Tolstoi, Mahatma Ghandi y Albert Schweitzer. También debo aclarar que en el budismo cuando se habla de «todos los seres» se incluye mucho más que el reino humano y el animal.
5. Es un dato de 2017, cuando ya la industria cárnica de las macrogranjas había contaminado casi la mitad de los ríos de Catalunia. Sin embargo, nada ha cambiado para mejor hasta hoy.
6. Esta afirmación no implica que no deba lucharse activamente por los derechos de los animales. Esta nota y mi propia reflexión fueron posibles gracias a gente, mucho más compasiva que yo, que se ha levantado en primer lugar y que ha soportado la ridiculización, persecución y maltrato social (desde que el propio Pitágoras prohibiera a sus seguidores matar animales para comer o sacrificarlos y vestir con lana). Además, esa acción es necesaria en tanto pueden salvarse o mejorarse la calidad de muchas vidas.
7. A día de hoy (febrero de 2022) existe en España una debate público sobre las macrogranjas. Las organizaciones en defensa de los animales están aprovechando ese espacio para exponer la consistencia de sus denuncias y la necesidad de una transformación del modelo productivo.
8. Los conceptos de agente y paciente moral tienen un desarrollo más amplio en el libro y merecen revisarse con atención.
9. En el contexto budista, compasión se define de forma simple como el deseo profundo de que los demás no padezcan sufrimiento. Es lo que nos moviliza a actuar para ayudarlos.